Devorando elefantes

martes, 6 de diciembre de 2016

Agosto




Algo es distinto hoy. 
Esta mañana me desperté a las 6; toda la casa dormía como hemos conseguido dormir desde que las alarmas recuperaron sus horas y no te escuchamos respirar.
Estaba inquieta y opté por salir de la cama y envolverme en la manta que te sirvió de mortaja. Ninguna manta me calienta tanto como ésa.

Te he llorado, una vez más, con la fuerza que me da tu alma y te he rezado con la fuerza de la mía. Tu ausencia sigue presente en cada uno de los momentos que la vida me planta delante, con dulce crueldad, para recordarme que sin ti no soy nada: la oposición, el faro, el primer día de trabajo, el mar, la carretera, los pinos, nuestros "cachorricos",  el pestillo de casa, tu canción. 

He cogido toda la felicidad que me cabía en la maleta y he venido a ver a F.; no me había dicho nada, pero me estaba esperando. Hemos contado hasta agosto -como tú y Carmela-, dichosos, inseguros.

Ojalá yo lo haga tan bien.

martes, 22 de noviembre de 2016

Destinos


Hay un puente que tienes que cruzar todos los días. 

Al otro lado de mí es de día. Lo sé porque cada mañana la niebla del amanecer se rompe en mis oídos  y escucho lo que dicen de mí los limpios de corazón. Sus palabras sobrevuelan mi cabeza y reposan en mi espalda; son ligeras, apenas unas micras de espuma blanca que empapan mi camiseta y me calan los huesos. Ellos saben lo que es sentirse solo y abatido. 

Me están enseñando a mudar la piel. 

lunes, 7 de noviembre de 2016

Escamas





Hay una nube negra
que emborrona mis ojos
y mis oídos.

No conozco este camino. 
Cada vez siento más frío
y la niebla es más espesa.

Intuyo que no estáis lejos,
-todavía rezo de madrugada-
pero ya no puedo verte, 
apenas sentir las súplicas 
de mi piel escamada.

No quiero gritar, 
-sé que no está bien hacerlo-
solo quiero contarte al oído
cómo olía esta mañana la plaza, 
y que el banco sigue vacío.


¿Puedes escucharme?


Tengo miedo.




domingo, 30 de octubre de 2016

Otoño caduco


"Escogido estoy ya para la hazaña
del gran gozo del mundo:
de sorportar la dicha, de entregarle
todo lo que ella pide, carne, vida
muerte, resurrección, rosa, mordisco;"      
             
Felicidad inminente,
Pedro Salinas


Otoño


(Beas)

Me cuesta describir la felicidad. Me cuesta verbalizarla. Cuando pienso en la melancolía todo es más fácil; me vienen mil y una escenas de terror, de desamparo y desasosiego; sin embargo, la felicidad es caduca, como las hojas de mi otoño. Aún así, a veces tiene tanta luz que se filtra por entre las ramas desnudas de esta estación que me vio nacer y a la que se le ha robado el día, (quizá por eso).

Me ha pillado desprevenida, desprovista de  azúcar y con la puerta cerrada. No la esperaba y ha sabido resbalarse por entre  las sábanas de hilo y dormir en mi lecho. Esta mañana, cuando he despertado, no podía huir de ella. Hacía calor y en la cima de la Sierra se vislumbraban motas de nieve. He seguido, agradecida, a los minutos  y las horas en que me acompañaba. 

Esta noche me perfumaré con flor de cerezo. Cautelosa, esperaré que duerma a mi lado.






martes, 25 de octubre de 2016

AMISTAD A LO LARGO


A una amiga 

"Se pierde ingenuidad, se gana solidez, se quema el tiempo y no hay más. Se aspira al más allá, se adquiere liquidez, y todo sirve pa' na", Rosendo.





Cultura inquieta



No te confundas. Madurar es esto; desarrollar intolerancias, pulir exigencias y contar soledades. Cuando éramos chicas, nada parecía tener tanta importancia; apenas estábamos nosotras para saber que el tiempo se nos desmigajaba entre los dedos y los sueños todavía seguían intactos. Luchábamos por una misma causa y en el fondo del cajón guardábamos el mismo retal roído de emociones frescas.  Las horas no tenían un reloj al que agarrarse, ni el insomnio se lastimaba por débil. Te escuchaba  respirar en cada noche y no usábamos pestillos. No usábamos pestillos.

¿Cuántos pestillos usas ahora? Apuesto a que casi tantos como yo... ¿Desde cuándo no te sientas a mi lado? ¿Hace cuánto dejaste de regalarme un beso? Imagino que hace mucho de todo esto, tanto como yo a ti.



TE EXTRAÑO.


martes, 4 de octubre de 2016

Ayer


"Cosas de Yecla que se han perdido"

Tapicero, montador, ebanista, son las profesiones de los padres de mis alumnos. Maestro Mora, San Fernando, García Lorca, son las calles donde viven mis alumnos. Azorín, Pérez, Ortega, son los apellidos de mis alumnos. Esto sucede en Yecla.

Es una sensación inmensamente cálida y entrañable la que siento cuando leo las fichas personales de los chicos y me leo yo también en ellas. Me devuelven a la etimología de mi adolescencia, a la literatura de mis horas de ensoñamiento, biblioteca y melancolía.

Me siento feliz aquí, en el pueblo.

 Y mientras tanto, seguiremos literaturizando, que para eso he venido yo al mundo. 

viernes, 19 de agosto de 2016

EMPODERAR

(Notas tomadas en su mayoría en el tren de vuelta a casa; 14/08/16)


Partí el viaje con una conversación que escuché en el tren de ida a Madrid acerca de la idea de empoderamiento. Se la escuché a una mujer de unos 55 años que viajaba con dos amigas más. Se las veía felices, serenas, vividas. Hablaba de esto, quise apuntarlo de inmediato, pero no llevaba un lápiz encima -mi madre siempre dice que una mujer hecha y derecha ha de llevar siempre algo con lo que escribir en el bolso-; qué razón tiene. Pues eso, esta mujer planteaba que el significado del verbo "empoderar", vinculado a no sé qué religión, corriente de pensamiento o movimiento sociológico, significaba algo así como que si una persona sabe lo que realmente vale es capaz de dirigir su vida en los términos que ella misma decida. La idea no deja de estar un tanto manida; la autoestima personal directamente vinculada a la capacidad de gestionar tu vida en la dirección que desees, pero no por ello deja de ser fascinante, y valiente. Y la vida es de los valientes.

Ayer precisamente coincidí con mi amiga I. en Madrid. Quedamos en el Caixaforum de Paseo del Prado para ver una exposición modernista de los fondos de la Phillips Collection que incluía obras de Cézanne, Kandisky, Manet, Coubert, Sisley, etc. Una exposición repleta de joyas en las que no me detendré ahora (quién soy yo, además, para hacerlo).

Ya nos marchábamos y descubrimos que había "una expo más" en la última planta, ése era el nombre de la exposición, sin embargo, no era una exposición más... Nada más entrar lo supe; la idea de empoderamiento volvía a aparecer; en este caso, vinculada al arte. Varios fotógrafos, diseñadores gráficos, directores artísticos, etc., habían decidido convivir -del latín convivere, "vivir en compañía de otro u otros"- con la amplia comunidad inmigrante de Lavapiés.





 De esta idea surgieron una serie de proyectos maravillosos; una película basada en una casa-patera del barrio, espacio en el que como ellos mismos describían "hay mucho tiempo y muy poco espacio"; había tantos directores como escenas, ¡casi 300! También surgió un proyecto fotográfico en el que un colectivo de personas "distintas" a la media, y por ello excluídas, había escogido una serie de escenas para fotografiar que de alguna manera reflejaban su estar en el mundo. Otro de los proyectos consistía en una serie de cuadernillos en blanco que un fotógrafo había repartido entre los vecinos para que escribiesen o completasen con ideas, vivencias, pensamientos, fotos, testimonios, sueños...




Todos ellos compartieron algo durante un tiempo en el que realizaron sus proyectos, y lo más significativo fue que consiguieron ser MÁS FELICES. Así lo explicaba un senegalés guapo de cara simpática, o un hombre mayor que vivía en la calle desde hacía unos ocho años. Algo los unía; los motivaba, les daba sentido a su existencia, también, explicaciones. Lo mejor de todo es que no solo ellos se salvaron durante ese tiempo, todavía esa salvación fue más significativa para esos fotógrafos, directores, diseñadores...






Esto es para mí el arte. Un espacio sagrado concebido para ser compartido, de ahí su grandeza y su inmensa belleza. 


P.D.: Empoderar, si sabes cuánto vales, sabrás dirigir tu vida. 

sábado, 30 de julio de 2016

Maldita dulzura

                                                                                           



A mi Fede, 
un ser realmente excepcional.



Maldita dulzura
VETUSTA MORLA



"No hallarás la paz evitando la vida", Virginia Woolf.


Cómo puede ser que te me colases así en las entrañas...

Te conocí una noche de verano. Una noche cargada de cansancio y de gente. Lejos de casa, en aquel hueco que decidí construir a base de esfuerzo, soledad, necesidad. No parecías reparar en mí. Apenas a diez metros,  te observaba lejos, perdido, absorto. Me enamoré de tu lino blanco y tus ademanes; de tu posavasos cuidado y el resto de tu gin-tonic -nunca vas para quedarte-. Lo supe; eras un ser alado.

Apenas cruzamos una palabra, pero yo, como siempre acabo consiguiendo objetivos,  fuimos a cenar. Viniste a recogerme con una educación exquisita, una melodía suave, un áurea frágil. Fuimos al acantilado. De repente, todo había cambiado  y no dejabas de abrazarme. Te redescubrí. Tú también te habías construido un hueco a base de esfuerzo, soledad, necesidad. Y me enamoré. La primera vez que desperté a tu lado, habías posado tu mirada sobre mí. A veces el día irrumpe para dar luz a nuestros asuntos, y ahí supimos que ambos éramos ya "asunto nuestro". Después fue llegando todo lo demás: las pérdidas, las dudas, los conciertos, las oposiciones, la incertidumbre, los cuidados, la complicidad, el Cabo, etc.

He conocido tu música, tu tiempo, tu familia; tus aristas y tus miedos. He conocido tu hastío y tu paciencia, tu corazón y la ternura. Siempre he querido salvarte, qué estúpida. Yo no soy nadie para salvar a nadie.


Además, tú, tú eres de las estrellas.




miércoles, 27 de julio de 2016

Huidas


Hace frío. La maleta es pesada. Los sueños han cambiado su rumbo. Su voz ya no acaricia tu pecho y no has podido llorar.

Emprende tu huida a ninguna parte del mundo entero. Fuera hará calor y ya no necesitarás portar tanto equipaje. Estás sola y puede ser fascinante.

jueves, 16 de junio de 2016

Alicia en el país de las maravillas


Lewis Carrol


Nada es tan inexorable como tu tiempo. Repites esa sentencia destructiva hasta herirte en la yema de los dedos. Ha pasado el tiempo y te descubres una vez más a solas con tu conciencia. Nunca has llevado bien no cumplir con las espectativas, las tuyas y las ajenas. Volviste a llamarte RARA. Quisiste ser como todas las demás, pero no funciona. Es absurdo. Siempre acabas trazando melancolías, emborrachándote de abandono y compadeciéndote de los nadies. Y aunque alces tu voz fuerte y reivindiques tu dolor, yo no te creeré. No te molestes en buscar más escusas. Tan bien como yo sabes lo que es,  es el mal de medianoche.

Eso sí, sabes que no  estás sola. Yo estaré siempre contigo. 

jueves, 26 de mayo de 2016

Las novelas son para el verano


Chica leyendo


Inmiscuidos de lleno en el final de curso, vuelvo a encontrar los pasillos del instituto repletos de bullicio, calor y hormonas adolescentes; los departamentos, de exámenes, informes y suspicacias; los despachos, de cupos, pretensiones y medallas.

Los chicos están nerviosos, cansados; el sprint final les llega tarde y a destiempo, como casi todos los finales; algunos de ellos, han perdido la batalla y nos les queda otra que pasear sus pueriles rostros de orfandad por entre las aulas; otros, sin embargo, sueñan con el final, el verano y el mar; un mar que muy pocos contemplarán desde alguna recóndita ventana imaginaria en este pueblo de huerta y desamparo. Nosotros tratamos de hacer piruetas en el calendario; faltan días para fijar exámenes y recuperaciones de las recuperaciones -que nadie se quede sin la oportunidad de enmendar-; las faltas de ortografía pasan a ser una circunstancia más y Romeo y Julieta vuelve a ser nuestro bálsamo de fierabrás en esta antesala del descanso. Será que el amor y el teatro son dos  formas fantásticas de redención.

Entretanto, busco un cobijo. Preparo ávidamente mis lecturas de verano; sueño con novelas de siempre y ahora, novelas frescas, intimistas, deliciosas, catárticas. Vuelvo a la vida. No lo puedo evitar, en medio de esta vorágine de requisitos infundables, termino contándoselo a los chicos, y me ilusiono con que tal vez ellos puedan soñar también con el milagro de la literatura.

sábado, 7 de mayo de 2016

Deudas




"Dicen que hablamos claro, y que la poesía
no es comunicación, sino conocimiento,
y que sólo conoce quien renuncia a este mundo
y a sus pompas y obras".

                                          Línea clara. Luis Alberto de Cuenca.




Cultura inquieta

Sabía que me estabas esperando,  y no creas, te tenía muchas ganas. Últimamente todo me devuelve a ti, al origen. Y me gusta. Es como si todo tuviese un sentido finalmente. Yo, que tanto me he preguntado siempre, que he desgastado la materia gris de mis sueños y pulido la Piedra de Rosetta de mis incertidumbres en busca de respuestas que me permitiesen descifrar el jeroglífico de mis instintos.
Igual no es más que una manera de darme importancia; esa importancia con la que me empeño a veces en vestir todos mis santos y que en realidad no es más que una ignota idiosincrasia construida a base de cruces de melamina y pétalos de tinta.
Aun así, tú estabas aquí para sentarte frente a mí y tratar de dar luz a nuestros asuntos.
Te agradezco muchísimo la espera.




miércoles, 27 de abril de 2016

La chica de ayer

A mi mitad.


"Abre tus ojos verdes, Marta,
que quiero oír el mar"
                                           José Hierro 



                                                                                            Muchacha en la ventana 
                                                                                                                                                                      Salvador Dalí 
 
Abril le debe mucho a mi mitad. Es más bonito porque ella existe. Tiene más vida y huele mejor. Llegó casi al final, entre la lluvia ágil y las flores últimas de una primavera por turnos.

Ella, sin embargo, no sabía de estas cosas.

No sabía que la magia existe, y por eso se escondía entre las baldosas frías y monótonas de su cárcel de bromuro. Ajena a púberes enfermedades, más ella que ninguno de muchos,  emitía en silencio continuos aullidos de madrugada que rasgaban la suave tela de su espalda. Y se escapó. Ella siempre cuenta que se escapó y no sabía encontrar el sendero de vuelta. Torpe, repasaba las huellas de unos héroes desdibujados, que,  como ella,  también buscaban un horizonte que todavía no había amanecido.
Poco a poco fue tejiendo una maraňa de desvelos en los que se vio inconscientemente atrapada.  No lo intuía,  pero su teleraňa era frágil; finalmente se compadecería de ella y la dejaría marchar.  Inocente y desorientada salió.  Ella no lo sabía,  pero salió. Había ganado.

Yo le repito con frecuencia que es LIBRE, como los pocos sabios que en el mundo han sido.  Y muy hermosa.

Su verdadera vocación siempre ha sido cuidarme,  protegerme de los fantasmas en las  gélidas noches de invierno en las que ni siquiera el silencio es compaňía. No lo ha podido hacer mejor.

Muchas veces la observo mirando desde su ventana el sendero de sus sueños. Y su rostro es el mar.  Y su voz es mi hogar.  






sábado, 23 de abril de 2016

El lector


El lector
Ferdinand Holder



"Que otros se jacten de las páginas que han escrito,
a mí me enorgullecen las que he leído".

                                                        J. L. Borges


"Él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio". El Quijote, Miguel de Cervantes.
 
 
"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños, y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde del precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno". El guardián entre el centeno, J. D. Salinger.
 
 


"El amor es irracional y ciego, dicen, pero él sospechaba que eso era otro cochino embuste inventado para engañar a las almas simples: porque si hubiese conocido a Hortensia al volante de un coche sport, por ejemplo, como en el caso de Teresa, enamorarse de ella habría sido muy fácil. ¿Qué eso ya no habría sido amor? Amor y del grande". Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé.

 
 
"Lo más urgente no me parece tanto defender una cultura cuya existencia no ha salvado jamás a un hombre de la preocupación de vivir mejor y de tener hambre, como de extraer de lo que se llama cultura, ideas cuya fuerza viva sea idéntica a la del hambre". Antoin Artaud.
 
 
 
"¿Y qué fue lo que aprendieron los alumnos de Amalfitano? Aprendieron a recitar en voz alta. Memorizaron los dos o tres poemas que más amaban para recordarlos y recitarlos en los momentos oportunos: funerales, bodas, soledades. Comprendieron que un libro era un laberinto y un desierto. Que lo más importante del mundo era leer y viajar, tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca. Que al cabo de las lecturas los escritores salían del alma de las piedras, que era donde vivían después de muertos, y se instalaban en el alma de los lectores como en una prisión mullida, pero que después esa prisión se ensanchaba o explotaba. Que todo sistema de escritura es una traición. Que la poesía verdadera vive entre el abismo y la desdicha y que cerca de su casa pasa el camino real de los actos gratuitos, de la elegancia de los ojos y de la suerte de Marcabrú. Que la principal enseñanza de la literatura era la valentía, una valentía rara, como un pozo de piedra en medio de un paisaje lacustre, una valentía semejante a un torbellino y a un espejo. Que no era más cómodo leer que escribir. Que leyendo se aprendía a dudar y a recordar. Que la memoria era el amor". Los sinsabores del verdadero policía, Roberto Bolaño.
 
 

"Aun así, con una sola mirada fui capaz de absorber toda aquella atmósfera y tuve alimento para soñarte siempre, despierta y dormida". Carta a una desconocida, Stefan Zweig.
 
 
"Fue siendo alumno de ese hombre cuando empecé a preguntarme si los literatos no sufren alguna variedad de desequilibrio mental, desequilibrio que, pensando en el trepidante balanceo nocturno de Albert Vetch, he denominado el mal de medianoche. Este mal es un insomnio de origen emocional: el paciente se siente en todo momento -aunque escriba al amanecer o a media tarde- como si estuviese echado en una asfixiante dormitorio, con la ventana abierta y escuchando el golpeteo de un postigo, el paso de una ambulancia, el zumbido de una mosca atrapada en una botella vacía, mientras todo el vecindario duerme a pierna suelta". Chicos prodigiosos, Michel Chabon.





miércoles, 20 de abril de 2016

GRACIAS

A mis alumnos

"Surgirá un nuevo orden
y sus hombres serán 
los sacerdotes del hombre,
y cada hombre será 
su propio sacerdote".



Gracias chicos por compartir conmigo vuestros poemas escogidos. Gracias por llenar las paredes de versos y mi tarea, de ilusión. Gracias por escuchar otras voces en el desierto y sazonarlas con vuestra inocencia.

Efectivamente, las palabras pueden cambiar el mundo.

NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

Walt Whitman

lunes, 18 de abril de 2016

Calidoscopio



A mis alumnos de 2 ESO.

Las causas 

(...) La escrupulosa línea del
calígrafo. 
El rostro suicida en el espejo. 
El naipe del tahúr. El oro ávido. 
Las formas de la nube en el 
desierto. 
Cada arabesco del caleidoscopio. 
Cada remordimiento y cada
lágrima. 
Se precisaron todas esas cosas 
para que nuestras manos se
encontraran.  

JL BORGES 

De vuelta al lunes,  con la pereza de una nueva semana frente al espejo,  buscaste un motivo para abandonar la estupidez.  Era sencillo; un café,  un "buenos días" amable y un pensamiento azul.  Por suerte tropezaste pronto con un verso; lo recogiste ávida entre los pupitres desgastados,  "prometo acostumbrarme a todas tus manías" - debidamente, una de las promesas más heroicas que he oído jamás -.
Mis alumnos recordaban los versos de Raúl Vacas - algo más que le debo a Carmen - y querían recitarlos en el Día del Libro.

Recordar una promesa nos convierte todavía en hombres mejores.

jueves, 14 de abril de 2016

Aulas





Menos mal que todavía las aulas no están vacías.
Menos mal que todavía hay sueños,
que todavía existe la poesía.
Menos mal que aún vuelan las palabras
y el alma persiste.
Menos mal que todavía  se leen cuentos,
que aún estamos incómodos con algo.
Menos mal que todavía se huye
de la mediocridad.

Menos mal.

Silencio



“Recuerda que cuando un hombre sale de una habitación, se lo deja todo en ella –le ha dicho su amiga Marie Mendelson-. Cuando sale una mujer, se lleva todo lo que ha ocurrido allí”. Alice  Munro.






El título era “Julieta”, la última de Almodóvar. He ido al cine con  expectativas, y sola, como a mí me gusta.  Yo no tengo más que mi criterio, mi humilde criterio, para afirmar que me ha gustado mucho, a pesar de lo que dicen las consagradas y petulantes críticas. Intuía que era el Almodóvar que andaba buscando y que se me quedó en Volver.


“Julieta” es la historia de un silencio, título original que el director decidió cambiar a unos meses del estreno porque coincidía con otro film de Scorsese  – aun así, hubiese preferido silencio-. Julieta es también la historia de una espera, y de la soledad. Concavidades en las que todos nos hemos visto atrapados en algún momento de nuestras vidas y de las que nunca se sale indemne.

Desde el primer fotograma de la película, te sabes en el universo Almodóvar; no creo que muchos directores de cine hayan consagrado un sello tan personal que permita al espectador identificar en cualquiera de sus planos “con quién se está jugando los cuartos”. A pesar de esto, lo he encontrado renovado; kitsch, pero más fresco. E intenso, casi siempre; cuando menos, el guión.

Nada resulta baladí en sus largos, ni siquiera una postal de felicitaciones o un brindis descuidado. Con una banda sonora rotunda, muy de el deseo, y la belleza narrativa de sus planos, ha habido momentos en los que me he descubierto apretando mis brazos contra la butaca y con la necesidad de respirar hondo.


Vayan al cine. Marca España.


domingo, 10 de abril de 2016

Vencedores


Fotografía de la colección @ro_rub



Hay días en los que nos sabemos vencedores. Son días azules, o a veces, en blanco y negro.

La alarma de la mañana no había sonado. No hizo falta. De sobra sabías que te despertarías y, dichosa, repasaste tus sueños. Ahí seguían todos, intactos. Anoche nada los perturbó; permanecían a salvo bajo la esfinge de tu cabeza, tus manos y tu pecho. Habías leído a Whitman y sus versos reposaban todavía en tu aliento, entre las sábanas. Te sabías en Paz, a pesar de que  nunca has dejado de ser una extranjera entre esos campos de algodón. No tenías que rescatar a ningún cachorro extraviado, ni tenías que hacer esa llamada que nunca hacías; no tenías que buscar entre tus cuadernos una cita en la que se hallase la respuesta a cualquiera de tus interrogantes; no esperabas una visita torpe que se sentase en tu mesa maltrecha; en ese día no tendrías que entonar ningún "mea culpa", ni destilar tristezas. Sabías, con la fuerza que da la certeza, que nada de eso ocurriría en aquel día y por eso decidiste sentarte amablemente a estar contigo. Tomarías una copa de vino y fumarías algún pitillo.

Seguirías, una vez más, soñando.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Principio de incertidumbre






Isabel Quintanilla

Llevo ya mucho tiempo tratando de aprender a mirar el vaso, y sin embargo, ni con la treintena lo he logrado. He recibido clases magistrales de retórica en hapiness, he hecho un curso de cocina, he leído tratados del más docto hacedor de autoestimas ajenas (vaya usted a saber la propia), he recorrido cientos de kilómetros, he contratado un seguro de vida a todo riesgo (para enfermedades "raras"), he visto amanecer frente al mar, y anochecer, he comprado unos cuantos libros y unas cuantas libretas, he buscado el sol y sucumbido a las estrellas, y ni con estas. 

Preguntas y más preguntas; ¿cómo apañárselas con las dudas?, ¿dónde quedan los pensamientos que no nos dijimos?, ¿con qué llenamos los huecos que, agazapados, quedan en las entrañas?, ¿qué pasa con las emociones que no supimos nombrar?, ¿soy yo o son los demás?

Tal vez, solo tal vez, todas estas dudas, y estos pensamientos, y estos huecos, y estas emociones pudieran llenar el vaso... Mientras tanto, yo lo observo. 






domingo, 20 de marzo de 2016

Diecinueve de marzo.

A mí también me pasa que como no he tenido hijos, lo más sagrado que poseo son mis muertos.

Tal día como hoy murió mi abuelo, el abuelo Antonio. Anoche soñé con él, fue un sueño incómodo. Mi abuelo huía, todavía no he podido interpretar de qué. Yo lo perseguía con el único propósito de tranquilizarlo. Así fue. En el final del sueño conseguí detenerlo, lo agarré fuerte de sus brazos y lo miré; lo miré como se mira a un niño frágil y temeroso que huye de los fantasmas de la oscuridad.
Es curioso que haya soñado esto; curioso porque en toda mi vida no recuerdo ver a mi abuelo enfadado, jamás. Aunque estuviese dolorido, aunque estuviese cansado y abatido; aunque estuviese preocupado, él solo hacía que sonreírnos y decirnos que "éramos los más guapos del pueblo" mientras nos pellizcaba con sus torpes y simpáticos dedos de artrosis.
Pero a decir verdad, a quien he echado de menos hoy ha sido a mi padre. Mi padre sagrado. Recuerdo su voz. Recuerdo todo de él. Sus manos, su ropa, sus dientes. Su sonrisa, su piel y sus piernas. Recuerdo su mirada y sus gafas; sus burlas y sus ideales. Su romanticismo. Mi padre me ha querido muchísimo, a todos, y todavía hoy tengo  su amor. Recuerdo lo feliz que era cuando estábamos todos en casa, y echaba el pestillo. Nunca me lo dijo así, pero sé que para él era una sensación maravillosa (yo lo percibía); estábamos todos juntos y a salvo. Así que lo demás poco importaba.
Qué bonita fue la vida a su lado. Yo no lo sabía entonces como lo sé ahora, pero qué felices fuimos mis hermanos y yo rescatando perros abandonados, yendo a la Sierra Salinas, poniendo el belén o paseando en coche los domingos por la tarde, a pesar de que a él los domingos por la tarde no le gustasen. Qué felices fuimos almorzando gachasmigas y bailando en la tardes de Nochebuena; le encantaba sacarnos a bailar, siempre lo conseguía a pesar de que a nosotras nos diese una terrible vergüenza adolescente. Qué felices fuimos paseando por la playa, clavando nuestra sombrilla en la arena cuando ni siquiera las gaviotas habían amanecido. Qué felices fuimos buscando el coche que nunca compramos y urdiendo un plan para adoptar un nuevo cachorro que nunca llegó a nacer. Qué felices fuimos, padre.
Feliz día del padre, papa.