Devorando elefantes

martes, 22 de noviembre de 2016

Destinos


Hay un puente que tienes que cruzar todos los días. 

Al otro lado de mí es de día. Lo sé porque cada mañana la niebla del amanecer se rompe en mis oídos  y escucho lo que dicen de mí los limpios de corazón. Sus palabras sobrevuelan mi cabeza y reposan en mi espalda; son ligeras, apenas unas micras de espuma blanca que empapan mi camiseta y me calan los huesos. Ellos saben lo que es sentirse solo y abatido. 

Me están enseñando a mudar la piel. 

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