Devorando elefantes

domingo, 12 de noviembre de 2017

Amor mío




Amor mío, amor mío,
Y la palabra suena en el vacío. Y se está solo.
Y acaba de irse aquella que nos quería. Acaba de
salir. Acabamos de oír cerrarse la puerta.
Todavía nuestros brazos están tendidos. Y la voz
se queja en la garganta.
Amor mío...

Vicente Aleixandre 



"Hasta mañana" me decías en la oscuridad de la puerta. Te marchabas también esta noche y aquí me quedaba yo, presa del desconsuelo, aterida de pena, desconcertada por tu huida.
No tengo muy claro hacia dónde marchas, no conozco tu casa y nunca más vestiré tu cama. 

Respiro cuando todavía me llamas como hace años, nadie me llama como tú; cuando todavía encuentro tus ojos al fondo de este mar tempestuoso en el que tendré que navegar durante todo este tiempo. No creía que los años dibujarían esta herida sobre mi piel; aquella niña triste del arrabal había salido victoriosa del barrio de los chicos de ley; se había ido a la capital, había conseguido estudiar y leer unos cuantos libros.  Había conocido la poesía; tal vez ese fue su error, inundarlo todo de poesía; llenar los vacíos del alma con versos de madrugada en los que siempre estabas tú. 

Ahora toca esperar. Ahora es de noche, pero hay que esperar que la baraja entregue otros naipes para la siguiente mano. No creo en la justicia de Dios. 


También hay belleza en las ausencias. Y en las despedidas.