Devorando elefantes

miércoles, 25 de abril de 2018

Cuidados paliativos


Hay días que hay que dedicar a los cuidados paliativos.



M. hoy se despertó inquieto. Apenas hemos dormido. Lloriqueaba y se lastimaba. No puedo verlo así; no estoy acostumbrada porque él siempre se despierta entre sonrisas, y gracias a eso, el día ya es una nueva dicha. Sin embargo, hoy no ha sido así. 

Desde bien temprano he concluido que hoy lo dedicaríamos a besos y abrazos. Son los mejores cuidados paliativos con los que M. y yo contamos. Gracias a ellos, todo vuelve a la normalidad; vuelvo a ser una mujer joven, una mamá primeriza, que pasea con su bebé por las mañanas para tomar el sol; gracias a ellos, vuelvo a ser una profesora de lengua que ha decidido tomar una excedencia para cuidar a su bebé, para disfrutarlo y poder estudiar; gracias a ellos, puedo ir al pediatra como cualquier otra mamá que espera sentada su turno.

Los cuidados paliativos son necesarios para poder vivir. Nos permiten estar sin más contemplaciones. Ellos nos alejan del abandono, de la soledad, de las eternas noches, de las pesadillas, del insomnio y el cansancio, de los domingos en familia. Nos alejan de las madrugadas en las que tenemos que compartir el baño ante el temor de que M., dormidito e inocente,  se caiga de la cama; nos alejan de los viajes en coche por la noche, cuando somos los dos, y tenemos miedo; nos alejan del final del baño, de los vecinos y los compañeros del instituto. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario